domingo, 8 de noviembre de 2009

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Una seguidilla de recuerdos aparecen como fotos en mi cabeza. El ensordecedor ruido de la estación nos hace gesticular más de lo normal. Una brisa moviliza mi cuerpo que torpemente roza tus brazos. Instantáneamente, se nos eriza la piel y yo te sonrío. Pícaros tus ojos, me sostienen.

Cuesta mantener la mirada con tanto amor de por medio que tristemente se inunda de dolor.

Nuestros latidos musicalizan el instante que sella un abrazo. Y tu cara, y mi boca. Vos, yo, y la línea E.

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