martes, 12 de octubre de 2010

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Hoy anduvo la muerte buscando entre mis libros alguna cosa...

Hoy por la tarde anduvo, entre papeles, averiguando cómo he sido,


cómo ha sido mi vida, cuánto tiempo perdí,
cómo escribía

cuando había
verduleros que venían de las quintas,

cuando tenía dos novias,
un lindo jopo,
dos pares de zapatos,


cuando no había televisión,

ese mundo a los pies, violento,
imbécil, abrumador,

esa novela canallesca escrita por un loco...




Hoy anduvo la muerte entre mis libros buscando mi pasado,


buscando los veranos del 40, los muchachitos bajo la manguera, las siestas clandestinas,

los plátanos del barrio,

asesinados,
tallados en el alma...



Hoy anduvo la muerte revisando mi abono del tranvía, mis amigos, sus nombres, las noches de café

Montevideo, las encomiendas por la Onda con olor a estofado, revisando a mi padre, su Berreta, su Baldomir,

revisando a mi madre, su hemiplejia, al Uruguay batllista, a Aristides querido,



a mis anarcos queridos bajo bandera, bajo mortaja,
bajo vinos y versos interminables...




Hoy anduvo la muerte revisando los ruidos del teléfono, distintos bajo los dedos indices,

las fotos,

el termómetro, los muertos y los vivos,

los pálidos fantasmas que me habitan, sus pies y manos múltiples, sus ojos y sus dientes, bajo sospecha de subversión...
Y no halló nada...



No pudo hallar a Batlle, ni a mi padre ni a mi madre, ni a Marx, ni a Aristides, ni a Lenin,

ni al Principe Kropotkin,

ni al Uruguay ni a nadie.



Ni a los muertos Fernández más recientes...



A mi tampoco me encontró...



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jueves, 19 de agosto de 2010

NO, con todo el amor del mundo

no puedo subir fotos. no puedo sacar fotos. no puedo escribir. no puedo tener un blog. no puedo respirar. no puedo caminar. no puedo hablar. no puedo salir. no puedo dormir. no me puedo despertar. no puedo abrir los mails. no me pueden llegar mails. no puede sonar el teléfono. no puedo atender el teléfono. no puedo cursar. no puedo dar clases. no puedo trabajar.

algo más?



[qué será esto si no es libertad?]



domingo, 8 de agosto de 2010

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Fotografía de Henri Cartier-Bresson


Se pasa de inocente a culpable
en un segundo. El tiempo
es así, torcazas
que cantan en un árbol cansado.
La carne piensa y no llora. Pensar
es ver la nada que flota
en una cucharada de sopa.
El dolor no se olvida
de uno. Sombras ahí,
distancias, superficies,
olor a sospechas podridas, congoja
que no mueven los pies.
El tiempo borra el sudor frío
del alma y si hace falta el alma. Pega con
el leve sonido a compañeros
colgados en la noche, son
urgentes, hacen
un país que nadie conoce
en el camino que empieza
donde acaba la lengua del empujado.

[Por Juan Gelman]

viernes, 30 de julio de 2010

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Corro desesperadamente cuesta abajo. Tropiezo y vuelvo a levantarme con la ayuda de mi mano izquierda que sostiene mi peso al apoyarse en el piso.

Un tirón de sábana y me descubro entre sueños.

Pesan mis párpados y decido seguir su voluntad. Vuelvo sin rodeos a mi corrida maratónica, pero una pared me frena. Mi cara se deforma y ya no veo.

Una respiración entre cortada en mi nuca me arrastra a la realidad. Dura, cruel.

Vos estás ahí, parado, distraído. Mirándola a ella, enamorado.

Es en ese preciso momento en que bendigo mi ceguera.






happiness is a warm gun
happiness is a warm gun
when i hold you in my arms
and i feel my finger on your trigger
i know no one can do me no harm
because happiness is a warm gun
happiness is a warm gun, yes it is
happiness is a warm gun

miércoles, 14 de julio de 2010

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Fotografia de Josef Koudelka

“Menudos sueños los tuyos”, me dijo un día un viejo irónico en una plaza cuando yo tenía ocho años. Fue en la Martín Fierro o en la Peligrosa, mientras yo le contaba a mis abuelos cómo me gustaría volar, viajar y que todo lo que aparezca en los libros exista y pueda pasar.

Era la plaza Peligrosa, sí. Yo estaba ahí, jugando, trepando y colgándome con erradas acrobacias en esa jaula de metal que se erigía como un monstruo enorme, inalcanzable y, sobre todo, peligroso (como el nombre con el que mi abuela decidió bautizarla). Ya cansada, me había tirado en el pasto con mis abuelos, y ese viejo de mierda me dijo eso. Ilusa yo, creí que le iba a poder demostrar algún día qué tan errado estaba. Iba a ir a buscarlo cuando creciera y mis sueños sean pura realidad. Pensaba gritarle en la cara que su problema fue hacerse adulto. Él, sólo iba a poder mirarme, bajar rápidamente la vista y disculparse.

“Menudos sueños los tuyos”, frase que hoy me repica como un candombe. El viejo negativo hoy debe de estar muerto, una lástima. Se pierde el gran espectáculo de la pendejita con sueños alocados que nunca fue capaz de asumirlos como imposibles.

Menudos sueños los tuyos, andreita. Semejante pelotuda de veinticuatro años. ¿Qué se le va a hacer?

lunes, 5 de julio de 2010

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Fotografía de Eugene Richards


Me alteran los gritos innecesarios y los comentarios por atrás. Me tienen harta los derechosos y los progresistas, los que critican a Maradona por cualquier cosa, los que leen Clarín y La Nación. Los que dicen giladas, los barderos y los desubicados.

No tolero que la escuela en la que trabajo se llame Julio Argentino Roca, y que esté llena de estatuas con su cara. Odio los estatutos, los reglamentos y los parciales. Rendir y corregir. Los docentes y los no docentes. La mala onda generalizada. La naturalización de la pobreza. Las calorías. El frío y la lluvia.

Me molestan las miguitas de las galletitas cuando caen sobre los papeles. El ruido de mi computadora cuando se está por tildar. Las estudiantes de psicología. Que suene el teléfono cuando no espero llamados. Los mensajes de movistar. Los indiferentes. Los que piensan que se llevan el mundo por delante. Los que depositan todo en uno sin preguntar antes si hay ganas de ser ese vagón de carga. No poder viajar cuándo y a dónde quiero. No pegar una.

Vivir en el mundo es un dolor de ovarios constante.



Un bajón.

lunes, 21 de junio de 2010

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Ya no recuerdo el jardín de la casa,
ya nadie me espera en la plaza.
Suaves candombes, silencios y nombres
de otros; se cambian los rostros.